En nuestro segundo acercamiento a la violencia machista y sobre qué papel ha de jugar el hombre para combatirla, ha empezado a desmoronarse en nuestra tertulia el cascarón que envuelve una verdad tan cruda y profunda como las raíces machistas sobre las que reposa la sociedad.
Muchas de las ideas que el otro día se movían en el ámbito de lo “políticamente correcto”, han dejado paso a todos esos fantasmas que presentan a la mujer como un ser débil y atado a su rol tradicional dependiente del hombre. En muchos casos, se sigue viviendo la violencia machista como una guerra entre sexos, no como un problema a combatir que nos atañe como seres humanos que integramos la sociedad, como por ejemplo el racismo.
Si entendemos que el primer paso para resolver este problema es que exista respeto dentro de la pareja, primero tenemos que tener la honradez suficiente para asumir que cada uno de nosotros representa tanto una amenaza como una solución en potencia para acabar con esta lacra. No sólo han sido asesinadas 51 mujeres a manos de sus parejas este año, sino que existen miles de conflictos anónimos cuyo dolor deberíamos sentir como si fueran nuestra propias lágrimas las que se derraman.
En cualquier caso hemos dado un paso importante, seguiremos trabajando en ello el próximo miércoles.